11 técnicas para crear un arreglo coral fácil (parte 2)

En esta segunda parte, aprenderás más técnicas que puedes utilizar para que tu arreglo coral sea de fácil de cantar y de ensayar sin renunciar a la originalidad y a la creatividad.

Ana Ferrer

julio 16, 2024

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La escritura de un arreglo coral en muchas ocasiones está supeditada a la dificultad a la que pueden aspirar los cantores, tanto como agrupación como individualmente. Aunque el objetivo muchas veces puede buscar el lucirse técnicamente, hay otros casos en los que el objetivo es el aprendizaje, la mejora del conjunto o simplemente el hacer música juntos y pasarlo bien con ello. 

En la entrada anterior dábamos una serie de consejos a tener en cuenta para facilitar el trabajo de los coralistas de un arreglo. Este artículo es una continuación al anterior, ofreciendo seis técnicas más para conseguir un arreglo que pretende ser sencillo y lúdico sin renunciar a la calidad y a la musicalidad. 

  

1. Presta atención a cómo colocas la letra

Un aspecto que hemos de cuidar mucho es cómo colocamos la letra en nuestro arreglo. Hay ciertas dificultades que se desprenden de cómo es la letra: si esta ha de decirse muy rápido, si dificulta la respiración, si es muy larga, si es difícil de pronunciar, si está en otro idioma o incluso si hay secciones parecidas pero que varían. La letra puede convertirse en ciertos casos en una de las dificultades más grandes a la hora de interpretar una canción. 

En los casos en que cantar toda la letra suponga un reto demasiado grande para el coro, bien sea por la dificultad de la misma o por facilitar la memorización, podemos optar por repartirla, asignándola solamente a la voz que está realizando la melodía en ese momento. Este es un recurso muy sencillo que facilita enormemente el trabajo del coro. 

En el resto de voces podemos optar por lo que nosotros llamamos no-letra: el uso de vocales (generalmente usamos a, o y u, ya que la e y la i dan más problemas a la hora de empastar y de cantar), o también de boca cerrada. Cuando decidimos usar una vocal, hemos de tener siempre en cuenta que cada una influye en la sonoridad de las notas que escribimos, y genera un empaste diferente del coro, además de que hay ciertos pasajes que son más fáciles de cantar con unas vocales que con otras, sobre todo para cantantes no profesionales. Este es un tema muy extenso del que se puede leer más en publicaciones sobre técnica vocal. 

Otras ideas para no-letra pueden ser el clásico uso de onomatopeyas, como «din», «dum», «ba-da», etc. Estas, al utilizar consonantes, llevan implícita también una articulación, y pueden facilitar mucho el estudio de la misma. Además de usar estas pequeñas palabras, siempre podremos ponernos creativos e inventarnos las que nos interesen o incluso elegir una palabra importante del texto y repetirla.

Por otro lado, en aquellos casos donde la letra no presente una dificultad per se, por lo general, siempre resulta más sencillo el ensayo de pasajes en los que esta está colocada por igual en todas las voces, si puede ser con un ritmo parecido. Esta suele ser una solución fácil también para el arreglista, pues requiere de menos ingenio.  

Sin embargo, abusar de los recursos que acabamos de describir, a veces puede generar monotonía al resultado final de la pieza coral, sobre todo porque nos obliga a usar las mismas texturas y nos puede limitar las densidades y las dinámicas. 

Hay partituras en las que buscamos precisamente esa  monotonía, pero en el caso en que no la busquemos, podemos probar a combinar estos recursos entre sí. En este sentido, es muy interesante utilizar una buena colocación de la letra no solo con un fin facilitador sino también para enfatizar el plan dinámico y estructural.

Por ejemplo, puedo querer marcar una sección con más énfasis (más densidad, más dinámica, darle importancia al texto) haciendo que todas las voces digan la letra, y puedo generar un contraste haciendo una sección donde solo una voz lo dice y otras están cantando «u». Puedo resaltar palabras importantes del texto haciendo que todas las voces las digan en un determinado momento, o puedo crear confusión colocando la letra en una textura más contrapuntística.  

 

2. Cuida la escritura de la dinámica y la articulación

Un buen arreglo coral debe cuidar la dinámica y la articulación teniendo en cuenta su relación con otros aspectos ya comentados como la textura, la tesitura, la técnica vocal o la letra. Además, plantearlos bien nos ayuda a clarificar el plan estructural de la obra. 

Puede parecer que no, pero es común que nos encontremos partituras corales que proponen articulaciones y dinámicas técnicamente imposibles de cantar para un coro amateur (porque se asignan en una tesitura muy grave o muy aguda, porque no permiten una respiración fácil, porque dificultan la pronunciación de la letra, etc.). Un ejemplo típico es colocar un fortissimo en un pasaje muy grave de las sopranos, algo que no podrán interpretar correctamente. Hemos de evitar estas prácticas, escribiendo las dinámicas y articulaciones no «al tun tun», sino con un conocimiento del instrumento para el que escribimos, la voz

También hemos de escribirlas teniendo en cuenta otros aspectos que colaboran a crear una sensación global para la sección en la que estamos trabajando. Imaginemos que tenemos claro que en una sección concreta queremos crear un clímax. Como arreglistas hemos de plantearnos que no solo bastará con escribir en todas las voces un forte, sino que esa dinámica se vea relacionada con una textura y de la tesitura que la permita, con un uso del texto que la respalde; y que se haya creado previamente una construcción para llegar a todo ello, de lo contrario nos quedaremos en un uso superficial y, probablemente, difícil de interpretar. 

Con la articulación sucede lo mismo: en aras de la facilidad hemos de tener en cuenta que no sea contraria a lo que pide el texto y la dinámica, reflejar su prosodia, si es muy consonántico, si ha de interpretarse rápido o lento, etc. 

Por último, recordemos que la articulación y la dinámica, una vez tenidas en cuenta estas consideraciones básicas (que no deben pensarse como aisladas), pueden utilizarse para resaltar ciertas secciones, palabras, momentos, etc. También para propiciar cambios de carácter. En este sentido, pueden facilitar no solo el canto, el empaste, etc. sino también la memorización.

3. Valora el uso de repeticiones

Cuando estamos ante una pieza muy larga, o repetitiva, o sabemos que necesitamos una partitura muy fácil y rápida de ensayar, debemos valorar el uso de repeticiones

Muchas veces este es un recurso denostado por arreglistas y compositores, ya que puede significar una caída en la completa monotonía. Sin embargo, puede facilitar, y mucho, no solo el ensayo sino la memorización de una pieza. Utilizadas con ingenio, pueden hacer que ese arreglo se convierta en una de las partituras favoritas para la coral.  

La clave podría estar en encontrar un balance entre la repetición y la variedad. Es decir, si nos vemos en el caso de tener que abusar de las repeticiones, porque el coro así lo necesita, utilizar recursos para que el poco material que escribimos sea interesante por sí mismo, y que todas las voces tengan algo chulo que cantar.  

En el caso de que podamos no abusar tanto de las repeticiones, pero aún así las necesitemos, podemos tratar de hacer dos versiones de un mismo material. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, cuando trabajamos versiones distintas de un mismo material musical, suele ser más fácil si estas contrastan entre ellas. Tener dos versiones muy parecidas de algo propicia la confusión, para el ensayo y la memoria, y si el objetivo es facilitar el trabajo al coro, esto tenemos que evitarlo. 

Un ejemplo podría ser una canción de pop en la que el estribillo se repite cinco veces. Un buen arreglo podría funcionar con este estribillo arreglado solo una vez, pero también escrito en dos versiones contrastantes, una, por ejemplo, más potente que la otra. En todo caso, lo que hace bueno al arreglo, en este sentido, es encontrar un balance entre repetición y variedad, que sea fácil de aprender, pero que tenga interés a la hora de ser cantado y escuchado, con un plan estructural, musical. 

4. El recurso del solista

Otra técnica que podemos emplear en un arreglo en el que queremos facilitar el ensayo, es la escritura de solos. Ocurre algo parecido al uso de repeticiones: es un recurso que hemos de valorar en qué medida utilizarlo, ya que si abusamos de él puede percibirse la canción como aburrida o incluso «no muy coral»; en un coro, sobre todo si es amateur, buscamos que todas las voces tengan partes interesantes y que cantar sea una experiencia lúdica. 

El uso de solos facilita especialmente el trabajo de aquellos fragmentos de melodía principal que son muy difíciles de cantar, bien porque requieren más recursos técnicos o vocales, bien porque van muy rápido, porque la letra es complicada, porque el ritmo de la melodía sería muy difícil de leer y coordinar para una cuerda, etc. Son fragmentos que sí o sí deben aparecer, pero que son muy difíciles para poderlos afrontar con el coro en su conjunto. 

Imaginemos que estamos arreglando una conocida canción en otro idioma, con un estribillo muy repetitivo, pero las estrofas tienen mucho texto y son muy sincopadas, y en nuestro coro montar canciones en este idioma cuesta, así como la lectura musical. Podría ser una buena idea hacer que la melodía de las estrofas las cantara un solista, haciendo que el trabajo del grupo se aligerara enormemente, por medio de un acompañamiento sencillo. 

Así pues, el solo es un recurso interesante que en muchas ocasiones facilita el trabajo. Además tiene una importante carga expresiva: usar puntualmente en una pieza el recurso del solo nos permite explorar texturas, dinámicas y densidades. Eso sí, siempre vigilando que la parte coral no pierda interés, buscando un equilibrio entre esa facilidad y el buen resultado musical de la obra. No abusar del solo puede traducirse en utilizarlo solamente cuando sea necesario, y cuando encaje bien con la idea estructural y musical que tenemos de la pieza. Y que, cuando lo utilicemos, hagamos que el papel del coro cuando lo acompaña sea bonito, fácil y divertido de cantar. 

 

5. Procura que la escritura sea clara y organizada

Es importante que, una vez escrito nuestro arreglo, dediquemos un tiempo a su presentación de una manera clara en la partitura coral.

Y esto aplica no solo en lo referente a aspectos de la maquetación, como la legibilidad de los textos, el espacio ordenado de los pentagramas, de las dinámicas, los tamaños, etc. sino a también a la organización de los materiales de forma que faciliten el ensayo.

Así pues, es indispensable la utilización de números de ensayo en nuestras partituras de coro, así como números de compás y de página. Por otro lado, la organización de un número de compases concreto por pentagrama, reflejando la estructura, también puede ser útil en ocasiones, aunque en otras puede hacer que los saltos de página caigan en sitios peliagudos, dificultando la interpretación en directo con partitura. 

Otro aspecto que debemos cuidar mucho es la colocación correcta y clara de los signos de repetición, de coda, etc. si los usamos, y vigilar que sean legibles y fáciles de encontrar. 

En definitiva, no está de más plantearse la organización del material en las partituras de coro de cara a facilitar, si se puede, los pasos de página en sitios cómodos, y el encontrar con la vista rápidamente una sección concreta que se quiera trabajar. 

6. Comparte herramientas que faciliten el ensayo

Finalmente, cuando queremos facilitar el trabajo del coro para interpretar nuestro arreglo, es importante no menospreciar las herramientas externas a la partitura en las que algunos coralistas se apoyan para practicar. 

De esta manera, es importante que, junto con las partituras, entreguemos  los audios de cada una de las voces y un audio general. Estos audios pueden ser generados desde el Midi, pero también pueden ser grabados por los propios arreglistas o por los directores u otros coralistas. Tengamos en cuenta que en muchos coros hay personas que aprenden más desde la lectura de partituras, pero otras parten de la imitación y del oído, y, a veces, son la mayoría. Si queremos facilitar la inclusión de todo el mundo, creando un ambiente de ensayo que vaya más allá del lenguaje musical, tanto los arreglistas como los directores hemos de cuidar este aspecto, y a veces trabajar más desde el oído que desde la partitura

En estos dos artículos hemos compartido una serie de técnicas que nos ayudan a realizar arreglos que sean sencillos de cantar y de ensayar. 

Esperamos que te hayan sido de utilidad, queremos preguntarte ¿qué te han parecido? ¡Te leemos en los comentarios!

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